28 may 2016

TAG: Cincuenta cosas sobre mi

1. Me fascina leer, pero soy pésima a la hora de tomar un libro y comenzar a leerlo. Eso sin mencionar la etapa de duelo por la que paso al terminar una novela, sobre todo si ha sido fabulosa y entrañable. En ese caso, decidirme por otra, puede tomarme uno o dos meses por respeto a la obra anterior (¿hola? ¿qué? ¿estás loca, Linda?).

2. No me gusta la leche. A estas alturas de mi vida, cuando ya he probado la leche bronca, de vaca, de cabra, la comercial, normal, light, deslactosada, de soya y de siete marcas distintas, es casi un hecho que jamás me gustará. Hay algo en su suave sabor que me provoca arcadas apenas entra en mi boca al grado de probarla y no saber discernir si está caducada o no porque sencillamente me resulta intolerable… Por otro lado, me fascina el Chocomilk.

3. El Hershey’s untable de chocolate me gusta más que la Nutella. Sí, lapídenme por grosera.

4. Soy de las personas que no le temen a la muerte. La hipocondría que sufrí de pequeña me dio la oportunidad de pensar en la muerte más que la mayoría de las personas que he conocido jamás. He visualizado todos los escenarios posibles (enfermedades, asaltos, infarto, accidentes, etc) y ya hace muchos años que pasé la depresión de saber que tarde o temprano mi vida llegará a su fin, así que estoy bastante tranquila con esa idea. Vivo un día a la vez y con eso me basta. Puedo morir esta misma noche o a los 95 años, pero estoy lista. La ventaja de esto es que, el simple hecho de vivir 24 horas más, es ya de por sí un gran regalo... La desventaja es que nunca he visualizado mi vida a largo plazo porque pienso que no estaré ahí para concretar mis metas.

5. Mi comida favorita son los tacos de carne asada. De carreta. Los de restaurantes de caché no me saben tan buenos.

6. La última vez que conté mis libros sumaban poco más de trescientos… y se me hace muy poquito, sinceramente. Quiero más.

7. Me fascina la fotografía en general. Pero me considero pésima tomando fotos.

8. Hasta el día de hoy sólo me arrepiento de una cosa: haber elegido erróneamente mi carrera universitaria… ¡dos veces!

9. Suelo escribir de noche, sobre todo de madrugada, cuando la casa y las calles están en un silencio total.

10. Gané 1° lugar en un concurso de Historia a nivel zona (sur) en la escuela preparatoria, y para no participar a nivel estatal mentí al decir que mi abuela agonizaba. Fue la única forma que se me vino a la mente para que los directivos no intentaran llevarme a la capital del estado.

11. Siempre he llorado cuando veo la película Titanic (1997). Vale, sólo la he visto completa dos o tres veces —una de ellas en el cine y dos más en DVD hace más de diez años— pero JO-DER el sentimiento me gana cuando se cuela por algún canal de TV y veo aunque sea una escena. Un día de estos me pondré a verla por puro masoquismos. :D

12. Desde que conseguí mi primer trabajo me da mucha flojera la Navidad, la cual era mi época favorita del año cuando era pequeña. Si pudiera escoger vacaciones sería otra cosa, por supuesto.

13. Hay un motivo específico por el que no sonreí el día de mi Primera Comunión. Luego les explico.

14. El maquillaje y calzado durante mi fiesta de XV años es una de las cosas más horrorosas que recuerdo de toda mi existencia. Pido disculpas a los asistentes por tanto horror presenciado ese día. Fue una fiesta que jamás pedí ni desee así que no la recuerdo con el más mínimo cariño.

15. Mi bebida favorita es el agua natural y después la Coca-Cola.

16. Soy asocial. A un nivel muy alto.

17. Tengo Trastorno de la Personalidad por Evitación desde los 8 años, que se agrava por la asocialidad y mi timidez.

18. En la escuela preparatoria sufrí de hostigamiento por parte de tres chicas (hablé de ello por aquí).

19. Mi serie favorita de pequeña fue The X-Files. Marcó gran parte de mi vida, sobre todo infancia y juventud. Y me produce una nostalgia tremenda el simple hecho de evocarla a tal grado que duré muchisimos años sin poder ver otra serie de televisión por miedo a que sufriera tanto una vez que terminara de transmitirse.  

20. Mi manga favorito es Fullmetal Alchemist de Hiromu Arakawa. Está lejísimos de la perfección pero es mi favorito por otros motivos. Algún día me gustaría tener la paciencia y la dedicación para darle el review que se merece (aprovechando que Panini lo está publicando cada mes desde noviembre del 2015).

21. Soy pésima leyendo clásicos literarios, pero una vez que les agarro el ritmo y me acostumbro a la narrativa del autor termino enganchada sin posibilidad de abandonarlos.

22. Mis días favoritos son aquellos donde llueve y hace fresquito.

23. La primavera y el verano se me dan FATAL; sobre todo este último. Dejando de lado el mal humor que se me sube al cuerpo apenas está la temperatura a más de 30°c, me empieza a agobiar el aire caliente, el sudor que me resbala por la cara, los lentes empañados y el asfalto en llamas.  

24. Tengo miopía desde hace seis años, quizá, y desde entonces uso lentes para poder ver las cosas lejanas. Me considero muy cegatona sin ellas pero mi oftalmólogo dice que no es tan grave.

25. Me fascinan los atardecer. Y si es a la orilla del mar o en el campo me gustan mucho más.

26. Siempre he querido hacer una lunada a la orilla de la playa, pero aun no he podido cumplir ese sueño.

27. ¡No me gusta viajar! Me estresa muchísimo, y como me estresa tanto, cuando viajo intento llevar dinero para comprar cosas que me tranquilicen un poco, o que demuestren que valió la pena sufrir tanto al realizar el viaje (como por ejemplo, figurillas, revistas o libros xD).

28. Le tengo pavor a los globos. En realidad me produce mucha ansiedad verlos en las manos de las personas, sobre todo los niños, por la posibilidad de que se revienten; y por experiencia propia sé que eso duele.

29. No tengo mucha ropa. No me gusta tener mucha ropa y también tengo un nulo sentido de la moda así que ni me pregunten al respecto porque no sabré ni qué responder. Soy bastante simple al respecto: con pantalones y playeras cómodas soy feliz.

30. No uso maquillaje, ni me tiño el cabello. Nunca lo he hecho y estoy casi segura que jamás lo haré.

31. Tengo años sin ver la televisión. Me refiero a la manera tradicional de hacer zapping y ver una película o show con comerciales y tontería y media de por medio. Hace ya un buen tiempo descubrí que el streaming y los torrents son es una cosa maravillosa.

32. Nunca me canso de Tumblr, pero hay veces que sin pensarlo se me van seis horas de mi vida ahí metida así que trato de evitarlo cada vez que pueda. Es tan ridícula mi obsesión que tengo post programados que se publicarán a diario uno tras otro durante los próximos dos años.

33. No tengo pensado regresar a la universidad, ni ahora ni en un futuro lejano pero quizá alguien, algún día, me haga cambiar de parecer.

34. Me han estado saliendo las muelas del juicio durante la última década (quizá más) y es hora de que no termina de brotar ni la mitad de la que más se esfuerza por asomarse. Ha sido un suplicio tremendo, pero aquí sigo en pié de guerra.

35. Conforme más he crecido los ataques de ansiedad me llegan con más regularidad de la que me gustaría.

36. Me gustaría escribir una novela pero no tengo el valor ni siquiera de plasmar el esqueleto, ni los personajes, ni la trama general. I’m not ready yet!

37. Me encanta armar puzzles pero en mi ciudad no venden por ningún lado y comprarlos por Internet sale carísimo, si le agregamos la cantidad de piezas y el precio del envío por paquetería mejor ni hablamos. Además, en mi casa es muy difícil encontrar un lugar donde pueda armar uno sin estorbar en algún punto del día.

38. Las pizzerolas de Sabritas son mi perdición. Y en dado caso que no pueda conseguirlas, las Chips de jalapeño de Barcel son el cielo sobre la Tierra.

39. Me fascina el hielo: masticar hielo, triturar hielo, agua con hielo, jugo con hielo, raspados, helados, etc.

40. No me gusta ir a comer a restaurantes porque me da mucha vergüenza dejar la mitad del plato intacto.

41. De hecho, no como mucho y lo poco que como no suele ser nutritivo, por lo que hace un año tuve anemia ferropénica y trigliceridos altos. Sé que es un hábito que debería dejar ya y comenzar a alimentar apropiadamente pero, entre el estrés y la depresión se convierte en una tarea difícil por muy simple que suene. #SufroComoPrecious

42. Mientras escribo estas líneas tengo tres mascotas: Umi, una perrita de trece años y medio; Deimos un perrito de un año y Denver, un gatito de cuatro meses.

43. El sushi no me gusta; y eso me hace sentir muy mal porque de verdad quería que me gustara xD. Sé que suena ridículo, pero cuando veo sushi o algún platillo con arroz blanco se me antoja bastante pero apenas lo pongo en mi boca siento unas ganas muy grotescas de vomitar.

44. Podría tomar tejuino todos los días del año.

45. Mi día de descanso es el día más sagrado de la semana.

46. El sol me hace estornudar muchísimo.

47. Las galletas Chokis con café son el alimento de los dioses.

48. Algún día, dentro de, no sé, 10 años, me gustaría adoptar un niño o una niña, para fangirlear sobre todo aquello que me gusta y poder enseñarle todo lo que a mi me hubiera gustado saber a su edad.

49. ¡Hoy es 28 de mayo y cumplo 28 años!

50. Si algún día muero sin previo aviso hay una carta que se publicará automáticamente en este blog días o meses después del suceso. Es como una carta de despedida. Hablé un poco aquí al respecto. Además de haber pasado por mis ojos sólo mi papá ha tenido la oportunidad de leerla porque se publicó por error un día.

11 may 2016

El día en que naciste (Para el pequeño Diddier Alexander)

10 de mayo del 2016. (HVVL)
El día en que naciste terminaba de leer la última página del libro Alejandro y la gorra del tiempo y un México perezoso se echaba una siesta larga después de celebrar por todo lo alto a las madres de la patria. Tú tienes una mamá así, Diddier, una madre luchadora, trabajadora e incansable como pocas. Yo, que soy su prima, te lo puedo decir. Crecimos juntas… o algo así, casi siempre en vacaciones y fines de semanas largos (mi hermana Carolina, tu tía Hiriam, tu mamita y yo) entre pueblos de terrecería, niños con pies descalzos y preciosos sembradíos a nuestro alrededor. En los recovecos más estrechos de mi infancia ahí está ella, cómplice infranqueable de todas mis travesuras; guerrera invisible de batallas imaginarias donde igual eramos princesas que heroínas, rescatándonos solas en un mundo ficticio donde no había cabida para los débiles. Qué puedo contarte yo de nuestras aventuras, mi pequeño, y qué tanto te podrá contar ella de esos días en que escalamos el viejo algodón que custodiaba el patio de la casa donde vivían en un diminuto ranchito de Angostura.  

Una noche nos dimos a la tarea de contar las estrellas recostadas en el cofre del auto de mi abuelo y atestiguamos su infinita existencia cuando llegamos a los confines del espacio sólo con la mirada. No muy lejos de ahí, intentamos cruzar muros que dividían casas como si fueran países y buscamos entre los escombros de un añejo pozo de agua el vestigio legendario de un tesoro familiar. Construimos utopías entre las piedras de una escuela con adoquines anaranjados y gises de carbón, e inventamos un sistema educativo que todo lo comprendía sin siquiera entenderlo. Eramos niñas, ingenuas y valientes, dispuestas a apostarlo todo por tres minutos más de diversión después de que el sol se ocultaba en el horizonte. Fuimos rebeldes en nuestra inocencia y atesoramos los consejos de tu bisabuela como si fueran palabras sagradas en un mar de mentiras. Recorrimos las calles, las plazas, los campos y los mares de Sinaloa como soberanas de nuestro reino y en más de una ocasión nos sentamos alrededor de la mesa de la casa materna para escuchar a nuestras madres y tíos contándonos su propia infancia, sus tardes como custodios del barrio. Alejandro, el niño del cuento que leí, viaja a la infancia de sus abuelos, a los tiempos de una España devastada por la guerra. Ojalá que tus viajes en el tiempo sean sólo de risas y no de caminatas apresuradas a bunkers subterráneos para huir de las bombas que vomiten los aviones. Espero que no haya disparos ni odios en los minutos más memorables de tu niñez y que apagues las velas de cada pastel de cumpleaños con un deseo imposible dispuesto a brotar de tus labios. Sé que veré algo de tu mamá entre tus ojitos vivaces y tiernos, tanto como lo veo en los rizos de Danna y en las pestañitas de Dairam.

¡Bienvenido a ésta loca existencia, mi pequeño de armadura dorada! Toma una espada, un escudo y un corcel y atrévete a conquistar el mundo al lado de tus primitos como nosotros lo hicimos siendo apenas unas niñas. Recorre los campos de girasoles siguiendo las pautas del sol y sumérgete en la ola más altas de todas las que revientan en la arena para ver por una fracción de segundo a las criaturas del mar. Pelea, en tu imaginación, con molinos de viento y con dragones que escupan fuego volcánico desde sus gargantas resecas. Persigue un arcoiris al terminar la primera tormenta de verano y regala las monedas de oro a quién crees tú que más las necesita. Nunca olvides preguntarle a tus abuelos todas las travesías que vivieron de niños y entabla amistad con la personita más solitaria de tu clase. No te olvides nunca del respeto hacia los demás y piensa en el alma más frágil cuando veas una luciérnaga posándose en tu ventana. Canta canciones por todo lo alto como si mañana mismo se fuera a acabar el mundo y esconde golosinas bajo el edredón para los días en lo que no podrás ir a la tienda a comprate unas. Mójate bajo la lluvia y llénate la cara del barro lodoso que se acumula bajo los árboles. Brinca sobre los charcos y salpícate el uniforme blanco; mánchate la cara y la ropa con chocolate o helado de vez en cuando. El regaño valdrá la pena, créeme y sólo serás niño una vez. Cuando crezcas apreciarás aquellos días de tierra, canicas, trompos y cromos coleccionables; cuando solías creer que el mundo se terminaba a la vuelta de la esquina; cuando apenas entendías de ciudades, marcas, teléfonos celulares y táblets. Te ha tocado vivir en un boom tecnológico imparable, lo sé, incluso yo me siento privilegiada de ello (por éste medio te podré ver crecer, incluso estando tan lejos), pero los mejores momentos de tu vida vendrán de las cosas sencillas: un atardecer a la orilla del mar, una mañana de desayuno con los abuelos, una sonrisa en el rostro de mamá, una mirada cómplice entre tus hermanitas y tú, o una anécdota entrañable de nuestra infancia a los pies del árbol de navidad.

Espero que tú, como el pequeño Alejandro, el nene del cuento, encuentres tu propia máquina del tiempo, ya sea una vieja gorra miliciana o un columpio que gira sobre su propio eje. Espero que subas a bordo del barco de los deseos imposibles, hagas un motín de sonrisas y travesuras y tomes el mando como capitán del navío que te llevará a surcar los siete mares de la imaginación con la bandera de la infancia ondeando por todo lo alto en el mástil de madera. Y algún día, cuando pase una década o dos, te invitaré a las pacíficas playas de mi pueblo —tierra neutra donde todo parece posible— y a la luz de la luna, me hablarás de tus aventuras; de todo lo que te atreviste a hacer siendo niño y entonces entenderás que valió la pena. Que cada caída, cada regaño, cada moretón en la frente y cada raspón en tus antebrazos valieron la pena... porque ellos te hicieron más fuerte. Y mirarás con nostalgia los pasillos de tu infancia y desearás regresar ahí, aunque sea un minuto, aunque sea dos, para volver a sentir la adrenalina de patear un balón en el patio de la escuela, o jugar a policías y ladrones entre las casas del vecindario; quizás incluso desees no haber crecido. Pero no te preocupes, el recuerdo perdurará y lo evocarás con frecuencia cuando busques algo firme en lo que aferrarte cuando tus fuerzas decaigan. Tu infancia siempre estará ahí, será tu paraíso desierto, para reafirmar que la felicidad siempre viene en dosis pequeñas y en la sencillez de aquellos días. Mientras ese momento llega, tira una moneda al aire y juega a los tazos con Dilan cuando seas un poquito más grande; pero nunca te olvides de donde vienes o quienes estuvieron antes que tú para limpiar el camino donde tus pies caminarían, y de quienes estarán ahí para apoyarte toda la vida, incluso desde la distancia.

Siempre tendré una palabra escrita para ti, mi capitán. Mi pequeño viajero del tiempo.
Yo, Hilse, Carolina e Hiriam (otoño de 1994).