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Mientras tanto, en el cielo de mi patio. |
Antes que nada
creo que vale la pena dejar constancia que entre febrero y marzo he
desmantelado mi habitación hasta dejar únicamente lo necesario y aquello que es
difícil de guardar. Por las ventanas se cuela el polvo de una de las calles más
transitadas de la ciudad y nadie creería la cantidad absurda de tierra que hay
al finalizar el día. Y todo esto sucede mientras las ventanas están cerradas,
si las abriera y dejara que las motas de polvo se pasearan como Pedro por su
casa aquí habría tormentas de arena y cosas más perversas retenidas en los
muebles. Una de las cosas que más me ha dolido guardar ha sido mi colección
pequeñita de los rompecabezas 3D de la compañía china Cubic Fun. Adoro armar
puzzles, y estas joyitas económicas y hermosas, que compré cuando vivíamos en
otro departamento (donde el polvo era un mal chiste y un mito), abarcaban un
mueble entero de tres niveles de los que emergían grandes y esplendorosos el
Capitolio de los Estados Unidos, la Catedral de San Patricio de Nueva York y la
Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano. Me ha dolido hasta el alma,
porque cosas así merecen ser exhibidas y presumidas por todo lo alto, pero
sencillamente jodía verlas rebosar de tierra y era una misión maratónica
mantenerlas limpias, así que preferí guardarlas en sus respectivas cajas hasta
mejores tiempos (cuando construya una cúpula al redero de mi casa, obviamente
xD).
Sin ir más
lejos, se me contraen las entrañas sólo de ver lo polvoso y cenizo que ha
quedado El Astrónomo un año después de la mudanza. Aquel rompecabezas que me
regaló mi tía hace mucho tiempo colgó de la pared de mi antigua habitación y
brilló con pintura fluorescente cada vez que una mota de luz rebotó en su
cristal. Me dormía viéndolo. El brillo que alguna vez tuvo a la luz del día se
esfumó hace muchos soles. Si no fuera por aquel post en el que hablé de su existencia probablemente hubiera olvidado ya la amalgama vistosa que alguna vez
albergó. La versión 3D del Titanic ha sido la excepción, al ser largo y no tan
ancho he podido colarlo en el librero de la sala, junto al resto de mis libros
que, dicho sea de paso, venía con cristal incluido (me refiero al librero, no
al barco).
Sí, ya lo sé,
este es un problema del Primer Mundo y debería sentir vergüenza de andar por la
vida quejándome de absurdeces como estas. :D
Umi y Maru se
enfermaron, en ese orden. Primero ella y luego él. Nuestra perrita de 11 años
jamás se había enfermado en la vida, así que me resigné a que tal vez se iría a
tocar el arpa con los ángeles antes de los 12 (soy la mar de pesimista, ¿ok?).
Pero no, Umi está vivita y coleando. Mientras escribo esto está comiendo un
palito de carnaza después del baño que recibió esta mañana, y se le ve feliz y
sana. No sé cuánto tiempo durará así; no quiero ser egoísta, ha vivido más de
lo que cualquier perro ha soportado conmigo y se lo agradezco profundamente. Ha
cumplido su misión de compañía fielmente durante más de una década. Para ella
no quiero ni una pizca de dolor, ni centímetro de sufrimiento. Mientras sea
feliz, mueva su rabo alegre y pueda comer y caminar la mantendré a mi lado,
cuando ya no pueda hacer eso sabré que es hora de decirle adiós y estoy en paz
con eso, jamás le exigiría más de lo me podría dar. Cuando le llegue el turno
de partir, me encargaré que no sufra. No se merece eso. Por lo pronto, que haya
mil días de luz y alegría para Umi, y un platito de comida frente a ella cada
tantas horas. :)
Maru
probablemente enfermó de lo mismo que su mamá perrita, alguna infección en el
estómago or something like that y recibieron el mismo tratamiento con un par de
días de diferencia, pero él tuvo una recaída días después y siguió malito,
probablemente de otra cosa. Su estado fue delicado pero el muy bestia se
recuperó una semana después y ya está dando lata como siempre. Y he quedado
embargada y endeuda con los países ricos por las próximas décadas.
Prometo que
algún día verteré mi opinión respecto a Breaking Bad (obra maestra, eso sí) y
recibirá el homenaje que se merece de mi parte, porque la he adorado a rabiar y
porque tengo la firme convicción de volver a visualizarla antes de que termine
este año. Ahora no, porque toda mi inspiración ha sido exprimida hasta la
última gota por culpa de los post que hablarán de Cosmos y Tormenta de Espadas
(CDHYF III). Breaking Bad es una serie que vale en oro cada episodio de sus
temporadas y se posiciona por sí sola como una de mis cinco series de
televisión favoritas ever así que: All Hail the King! Para opiniones
extraordinarias sobre ella me quedo con ésta y ésta otra.
Algún día
también les hablaré de D’Artagnan, el mosqueterito perruno que custodia las
puertas de un falso castillo sinaloense desde hace cuatro meses. :)
No he visto Castle
ni The Mentalist desde diciembre del año pasado. La culpa la tiene Sherlock
(what?!) que me agotó todas las ganas de ver cualquier serie de televisión
cuando estrenó su tercera temporada. El asunto se alivianó un poco el día que
me decidí ver Breaking Bad y Game of Thrones pero no he regresado con Castle y The
Mentalist, ni tampoco he visto la season
finale de Sleepy Hollow, ni la segunda temporada de Hannibal. Ahora
esperaré que clausuren sus respectivas temporadas y así evito hacer la espera
semanal con sus interminables breaks. :)
Los próximos
post (en los que hablaré de Cosmos y Tormenta de Espadas) lo publicaré en los
días siguientes. De hecho tenía pensado que se publicaran en esta misma entrada
pero, separando la publicación del documental y la de la serie, me he dado
cuenta que esta última llevo más de 8 páginas a cuestas y sólo he hablado de
cuatro de los diez protagonistas que muestran su POV en el libro y no asimilo
mi atrevimiento... Básicamente lo que escribiré será un ensayo, así que sobre
aviso no hay engaño, ¿eh?
No esperen demasiada
coherencia en esto; no la tiene. Estoy medio drogada y cansada como para estar consciente
de lo que estoy escribiendo. Amén.
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