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Sucede que todos los días es lo mismo. Casi la misma rutina y casi las mismas cosas.
Todos los días en un tiempo libre me paso por el centro comercial Ley que está cerca de la Escuela de Veterinaria, doy un desayuno rápido y me voy de allí. Diario. Me siento en la misma mesa que tiene dos sillas, compro lo mismo y casi siempre me encuentro con las mismas personas. De vez en cuando dejo la fuente de sodas (que está frente al área de cajas) y me dirijo dentro del centro comercial a comprar alguna que otra cosa necesaria, pago siempre en la caja #3, la de menos de 8 artículos. Y hago lo mismo el día siguiente.
Muchas veces creo que esa burbuja rutinaria va ha estallar tarde o temprano. Me lo recuerdan a cada momento los periódicos amarillistas que venden los niños en las calles más transitadas de Culiacán. Me lo recuerdan las caravanas de soldados que salen de la 9° Zona Militar casi a la misma hora en la que voy para la escuela. Me lo recuerdan los policías, las ambulancias y sus sirenas. La gente sospechosa que camina por la calle. Sucede que hay veces que pienso que aquel tipo sospechoso que se sube al autobús en tal esquina va a sacar una navaja y nos va a quitar nuestras pertenencias, y después resulta que en realidad es un humilde albañil que se baja frente aquel edificio en construcción. Hay veces que pienso que soy una paranoica negada a superar aquel trauma de meses atras, y pienso también, que jamás lograré adaptarme al vomitivo caos de las grandes ciudades.
Sarai me acaba de contar que ayer mataron a un hombre en aquel centro comercial en el que yo desayuno todos los días. Allí adentro, en las cajas, allí enfrente de donde yo me siento a contemplar lo que pasa. Un paquetero anciano resulto herido de una bala, otro hombre recibió 4 disparos. Supongo que el hombre que mataron no era un santo, por algo lo buscaron, pero sucede también que hay gente inocente que resultó herida, sin contar, por supuesto, el trauma tremendo que puede provocar el hecho de ver morir a alguien en una situación tan devastadora, tan estúpida y tan tonta.
Es la vida diaria de por aquí. Vivir al día. No saben (tal vez sí) lo difícil que es levantarse todos los días sabiendo que quizá sea la última vez que lo hagas. Te armas de valor, tomas el camión, te bajas en un centro comercial para desayunar... sigues la rutina aburrida. Si tienes suerte llegarás vivo a casa. Si no es así, quizá una bala perdida termine con tu vida.
De verdad, lo juro... Que miedo, que tristeza y que dolor me dá tal situación. No solo es en tu estado, es en todos lados, igual, lo mismo.
ResponderEliminarAquí tambien en Veracruz las cosas estan iguales, asaltos, homicidos, balaceras...
Que horror!
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