7 dic 2017

Secret Forest/Stranger (tvN, 2017)

Título: Secret Forest/Stranger
Año: 2017
Género: Drama político
Episodios: 16
Cadena: tvN
País: Corea del Sur
Online: Drama Fever || Netflix

A mi me ganan con un buen thriller. Ya lo mencioné aquí un año atrás, cuando reseñé el primer drama coreano de ese género que tuve la oportunidad de ver. Signal (tvN, 2015) sigue manteniéndose ahí, en la cúspide de lo que un buen show debe ofrecer como mero respeto a la audiencia. Ahí también expliqué por qué motivo suelo evitarlo tanto. Grandes decepciones en el camino me han enseñado que no cualquiera puede abordar el género. No cualquiera tiene la habilidad de mantenerte en vilo el tiempo suficiente para especular sin caer en el agobio y el enfado. En el mundo del suspenso todo es así, dudoso hasta el hartazgo, con una trama plantada en un campo minado donde la más leve sospecha hace detonar el arsenal completo; donde una frase o un objeto clave en un momento inadecuado del escenario desmorona la fragilidad donde se sostiene esa trama; donde una revelación antes de tiempo mata la intriga, atraviesa la cuarta pared y aniquila de un golpe la curiosidad que mantiene inmóvil al espectador del otro lado de la pantalla. Y Secret Forest (Stranger) es el ejemplo de que, cuando una historia se crea con respeto a la audiencia, sin subestimarla ni un momento, esta se transforma en una obra soberbia de principio a fin. Y hoy he regresado aquí para explicar por qué lo considero de esa manera.

Secret Forest llega de la mano del director Ahn Gil-Ho (Mrs. Cop, Rooftop Prince, Only Love) y de la también directora Lee Soo-Youn (Bluebird, The Uninvited), quien con este trabajo marca su debut como guionista dentro del mundo de las series dramáticas. Eso sí, ya con leer la sinopsis sabemos que los elementos que forman la trama no necesariamente brillan por su originalidad. En ese aspecto, Stranger no ofrece absolutamente nada novedoso. Nada que no hayamos visto antes. De hecho, siendo yo relativamente novata en este mundo, posiblemente la mitad de las series que me he engullido han involucrado a fiscalías y cuerpos policiales que destilan corrupción hasta por las ventanas de los sanitarios. Ni siquiera Signal difirió en ese aspecto. Sin embargo, es la forma en la que plantean el conflicto y lo resuelven lo que logra equilibrar esa balanza donde se sostienen sus rebuscados elementos. Y es que, el tema de la corrupción en Corea del Sur, es un asunto puntiagudo que golpea fibras sensibles de la sociedad contemporánea y abarcan una diversidad de organismos y personajes varios en la realidad. De hecho, no hace mucho vimos rodar la cabeza de la mismísima Park Geun-Hye en una destitución presidencial que superó cualquier serie del horario estelar (toda su vida supera cualquier serie del horario estelar, para ser sincera) y de paso asombró al mundo entero por lo bizarro de su trasfondo. Por eso, un caso como el que nos plantea Secret Forest no resulta tan disparatado después de todo.

Aun así, tuve mis pegas fuertes para embarcarme en una serie estando aún en emisión. Y es que, otro de los motivos por los que suelo evitar este género es porque mi trastorno ansiedad no me permite llevar una vida normal. Si a eso le agregamos una obra que te deja así, al borde del acantilado (como el cliffhanger más clásico) durante una semana entera pues es casi una sentencia de muerte con lenta agonía incluída. Vámos, no es lo mismo que leer un libro de suspenso y quedarte hasta las tres de la madrugada devorando sus páginas como si no fuera jamás a salir el sol a quedarse cinco días planeando las dudas y las posibilidades más inverosímiles en la cabeza. Por eso yo soy de dramas ligeros, de hecho, tuve que parar por un momento el visionado de Suspicious Partner ⚊otra serie que se mueve por las mismas aguas pero dentro de la comedia romántica más pura⚊ para concentrarme exclusivamente en esta, con una densidad mucho mayor y un argumento más definido y riguroso. Por eso, no puedo evitar pensar en todos esos dramas ajenos al thriller que se han quedado muy arraigados en mi mente y de los que me es imposible desprenderme por completo. A lo largo de los últimos meses he visto series de peso que también merecen su reseña justa y mi opinión personal, sin embargo mi mente se niega a cooperar porque ni siquiera sé cómo abordarlos. Tomorrow With You es una joyita muy poco valorada por al audiencia que aún hoy no atino a saber por qué y de la que podría escribir un análisis con el grosor de una tesis. Goblin: The Lonely and Great God se convirtió en mi drama de fantasía favorito por sus personajes, su historia y su cinematografía. Caí rendida casi simultáneamente ante la cursilería de las parejas protagonistas de Weightlifting Fairy Kim Bok Joo y Strong Woman Do Bong Soon y disfruté muchísimo viendo Man x Man, siendo que los dramas de acción no son mi fuerte en lo absoluto; y eso sólo por mencionar algunos.

Secret Forest entra de lleno a un estilo al que raramente suelo acercarme: ver los episodios conforme se emiten. Comencé con un maratón de 3 días donde engullí como reptil hambriento los ocho primeros episodios, para después pasarme el noveno al día siguiente y horas más tarde el décimo (ambos recién emitidos en Corea del Sur), con una sincronización que me inventé nada más por qué sí, por mera diversión. El viaje ha sido fenomenal, por supuesto, y ya extrañaba muy en el fondo esa sensación de camaradería entre un fandom en concreto. Yo generalmente no participo activamente en éstos debido a lo pesados y chocantes que se vuelven a veces. Secret Forest, al tener una legión de seguidores en occidente muy chiquita y concreta, además de astuta y visual, me ha resultado sumamente gratificante mirar todo desde adentro (no por ello menos estresante, claro). En el foro de la serie de Soompai y en los comentarios de las recapitulaciones de DramaBeans se respiraba un debate inteligente, entre teorías e ideas que señalaban pistas, sospechosos y presuntos culpables en un maravilloso juego mental que nos servía para ahogar las ansias mientras los días pasaban y el fin de semana llegaba. Sin estos dos lugares, junto con Tumblr, quizá la espera me habría resultado demasiado tortuosa para mi gusto y pausar su visionado hasta la transmisión final sería la única solución a mi nivel de ansiedad.


El punto fuerte de Stranger reside en su argumento lineal y en un arranque aparentemente sencillo. El primer episodio es también el que sirve de cimiento para todo lo demás. Una mera introducción discreta a personajes y escenarios que más adelante se agrandan en un atlas argumental más complejo. Y es que, de hecho, el asesinato que se comete aquí, se resuelve con una rapidez inusitada y sin una sola traba, lo cual me resultó bastante extraño (¿entonces qué era lo complicado en todo esto?). Tenemos el juicio final y una sentencia que se veía venir por inercia. Nada novedoso, nada sorprendente. Lo que parece ser un recurso reprobable y típico ante un asesino acobardado se convierte en el punto cumbre donde la ebullición de la corrupción gubernamental sale a flote. La duda base es planteada aquí en el espectador, ¿de verdad han sentenciado a una persona inocente? El suicidio de Kang Jin Seob en las frías celdas de la prisión junto con su carta póstuma se convirtió en un efecto mariposa que se extendería dos meses y haría caer en el proceso a figuras públicas de renombre en la sociedad coreana. Pero el caso del asesinato de Park Moo Sung no tendría la repercusión que tuvo si el fiscal Hwang Shi Mok hubiera estado fuera de escena en el momento más adecuado. Es así como introducen a nuestro héroe en turno, del que ya vemos un leve boceto sobre su pasado en los primeros minutos de la serie.

Hemos visto a muchísimos personajes como Hwang Shi Mok en el ámbito televisivo. Últimamente se puso de moda presentar a protagonistas así, sumamente inteligentes, superficialmente fríos y aparentemente protegidos de todo tipo de emociones que, si no fuera por su moralidad innata, fácilmente serían catalogados como sociópatas, tal como lo mencionó @neslinin en su blog. Él parece ser uno de esos eres contracorriente que se meten en problemas en un episodio sí y en el otro también, tratando de utilizar sus métodos ⚊algunas veces poco ortodoxos y otras veces por demás polémicos⚊ para conseguir un bien mayor. A mi me agradan. Personalmente son individuos que me llaman la atención por salirse del molde social arrasando a su paso con las normas impuestas por la comunidad en la que se desenvuelven. Eso no implica que apruebe su modo de proceder para obtener los resultados deseados; pero me agradan. Sin embargo, es aquí donde el fiscal Hwang se lleva estafeta y corona como uno de los personajes más emblemáticos con los que me he topado en mi caminar. Jamás se especifica qué tipo de trastorno mental desarrolló en la infancia. A grandes rasgos parecía tener una especie de hipersensibilidad sensorial, por lo que ciertos estímulos externos provocaban en él una reacción agresiva que fue tratada con una cirugía cerebral que le desconectó las emociones. Sin embargo, su inteligencia connatural quedó intacta. Y es aquí donde reside su mayor virtud. Un par de episodios más adelante, la detective Han Yeo Jin le hablaría de cierto “complejo de superioridad” que parecía sentir frente a sus colegas; algo en lo que él no había reparado hasta ese momento. Protagonistas como Shi Mok brillan precisamente por ese mismo motivo, pero llevado a un nivel extremo y mucho más conscientes de su virtuosismo. Son soberbios hasta el tuétano, hartamente consecuentes de su habilidad y razonamiento. Individuos pragmáticos, hasta cierto punto egocéntricos y soberbios, que se escudan bajo esas singularidades para esconder la ausencia de una habilidad colectiva que deben de poseer por mero empirismo al ser animales sociales. Ellos están más que conscientes de esa superioridad y la usan a su beneficio para mirar desde arriba de su ego a los neurotípicos que los rodean.

El fiscal Hwang está muy lejos de este perfil presuntuoso, pues parece no tener ni la capacidad ni la necesidad de jactarse inimitable. Lo presentan como un hombre sumamente respetuoso con sus superiores; con una inocencia inverosímil acompañada de una dosis de ingenuidad desmesurada. Como fiscal, es el soporte que sostiene la balanza donde reside todo aquel que debe rendir cuentas ante la ley. En algún punto de su vida descubrió que podía convertir su aparente insensibilidad en una ventaja utilizada para limpiar un poco la escoria que engullía a la sociedad. Creía tener la honradez necesaria para llevar a cabo esa tarea y la cumplió al pie de la letra hasta toparse con éste caso en particular. El primer episodio en verdad me hizo cuestionar si valía la pena tener a un protagonista así, pues me parecía más plano que una pared, con una identidad falta de matices, por no decir nula. Sin embargo, dos escenas posteriores terminaron por aniquilar mis dudas. Eso, junto con la interacción que mantiene toda la serie con la teniente Han Yeo Jin hizo darme cuenta que no había otro personaje que pudiera abarcar su puesto. Sus movimientos mecánicos, previamente pensados, tienen sus motivos y repercusiones. La primera vez que vemos esto sucede en los pasillos de la cárcel donde el señor Kang decidió quitarse la vida, cuando se topa con la viuda afligida por la reciente pérdida. Lo que parece ser en primera instancia un gesto inadecuado hacia la mujer pronto consigue dar sus frutos. Y las primeras partituras de esta sinfonía abominable de corrupción y poder comienzan a resonar en todas direcciones.

Pero existe otro momento en concreto en el segundo episodio donde Shi Mok demuestra de qué está hecho su temple y hasta dónde es capaz de llegar para encontrar las raíces mismas del caso.

⚊Asumo que entiendes a qué quiero llegar con tu silencio.
⚊La posición de jefe de sección no es suficiente para mí, señor. Me agrada este escritorio; justo aquí. Deme esta posición a cambio de su petición.
⚊¿Ésta siempre ha sido tu verdadera personalidad? ¿La de un fiscal al que sólo le importa ser promovido?
⚊Le prometo que entonces lo seguiré por el camino que usted tome. Así que por favor, sea mi guia.
⚊¿Y después de eso?
⚊Después de eso, arrástrame si quiere.

No hubo declaración de guerra más convincente que ésta. La conversación entre Hwang Shi Mok y Lee Chang Joon, su superior, fue el preludio de una contienda sin cuartel que se alargaría por cerca de 60 días.

El oponente más directo del fiscal Hwang es Seo Dong Jae, un colega suyo que trabaja en las mismas oficinas del Oeste de Seúl y que poseé todas las herramientas sociales y laborales que Shi Mok jamás podría tener. Sin embargo, estos también son sus puntos débiles. Eso, aunado a una altivez atípica que disfruta al regodearse de sus hazañas, dan como resultado una mediocridad estratégica que provoca recaídas constantes en su avance a lo largo de todo el drama. Resulta un tanto gracioso ver cómo va perdiendo compostura y orden cuando se siente acorralado por terceros. Entonces sí saca a relucir sus colmillos de lobezno recien domado creyendo que esto será suficientes para llenar los huecos que su falta de sentido común termina aniquilando. La suya fue una travesía tormentosa, más por las circunstancias que por los eventos que la envolvieron, y uno hubiera esperado un poco más de astucia para no verlo tan hipnotizado por el prestigio y el poder que venía recogiendo del piso desde su primer minuto en pantalla hasta el último.

Pero si acaso existe en esta serie alguien con un gesto de desesperación más evidente que él, sin duda alguna fue Eun Soo, la fiscal aprendiz de Shi Mok cuyo primer caso fue  precisamente el asesinato de Park Moo Sung. A la chica se le resbala la desesperación en la mirada desde que nos es presentada. Apenas se asoma frente a nosotros, ya intuimos que carga bajo sus hombros un pasado denso que no atinamos a entender en un principio. La historia trágica de su padre fue el resultado de una estrategia política desvergonzada y reprobable que aún hace sombra en los pasillos de la fiscalía donde su hija ahora se desenvuelve. El fallo de la joven novata recayó en su falta de experiencia y la testarudez con la que se atrevió a enfrentar la batalla. Lo suyo fue más un accidente previsible que un crimen premeditado. Su pecado estuvo ahí, al hurgar donde no debía para intentar ⚊a base de rabia y terquedad⚊ devolverle esa reputación que su padre perdió durante sus años de reclusión autoimpuesta después de que sus colegas y subordinados lo apuñalaran por la espalda en un caso de corrupción por demás peculiar y extraño. Su asesinato también fue un punto muerto que se veía venir, pero que muy en el fondo todos nos negábamos a creer que sucedería. “Eun Soo se merecía algo mejor” he leído por ahí hace unos días. Y por supuesto que se merecía algo mejor, pero su resentimiento ante el atropello que sufrió su progenitor la cegó tanto que no le permitió meditar cuánto se estaba adentrando a terrenos pantanosos. Shi Mok, siendo su mentor, se lo advirtió una y otra vez. Se lo planteó desde diferentes perspectivas. La amonestó por decisiones precipitadas que pusieron su vida al borde del abismo. Cuando ví que Seo Dong Jae estuvo a nada de asfixiarla en aquel oscuro callejón supe que Eun Soo estaba dispuesta a morir por lo que creía y, después de ahí, nada resultó sorprendente.

Su asesinato no dolió tanto por ser inesperado sino porque ella, por sí sóla, merecía un trato mejor de parte de aquellos que la subestimaron. Aunque formó un extrañísimo vínculo con Dong Jae antes de aquel incidente (de hecho, desde su primer caso) no deja de ser un simple títere en el teatro guiñol que él mismo se inventó en sus ratos de aburrimiento. Los pecados del padre ⚊pocos pero recios⚊ y todo el silencio que se guardó para sí sin decirle nada a nadie, fue lo que terminó matando a la niña. Resulta doloroso para el anciano admitir que, en este juego de poder donde él pretendía ser el alfil que daría la última estocada al rey, también correría la sangre de su única hija como una ofrenda lúgubre en un tablero blindado para aquellos más poderosos que él. Por eso dolió tanto aquel grito desgarrador que Shi Mok le dedica en ese funeral atribulado. El dolido padre sólo buscaba señalar a un culpable ⚊cualquiera⚊ de ese horrendo dolor que se traía a cuestas, y pensó que señalando a uno de sus antiguos aprendices (el más honesto de todos, vale decir) volcaría en él un poco su rabia, pues no mucho tiempo atrás le había encomendado su bienestar. Pero el joven fiscal le reviró el golpe justo donde sabía que más le dolería, recalcando al veterano superior su reciente negativa a divulgar la información que señalaba directamente a esas perversas figuras políticas que tanto daño causaron a instituciones gubernamentales y, en el fondo, ambos sabían que habían terminado matando a la chica.    

“¡¿Y usted por qué sólo se quedó observando?! ¿Por qué no peleó? ¿Por qué no hizo nada además de esconderse durante todos estos años? Usted nos enseñó la Ley para pelar ante las injusticias, ¡¿entonces qué ha estado haciendo todo este tiempo?! ¿Piensa que guardó silencio por amor a su familia? ¿Acaso no fue en realidad porque sólo se había convertido en un cobarde?”

Esta escena es fuertísima. No sólo porque nos muestra una faceta desconocida de nuestro protagonista, sino porque pone de manifiesto cuánto puede doler una verdad dicha en el momento adecuado. Y Shi Mok es la clase de persona que te las dice de frente, mirándote a los ojos y viendo en ti la culpa que tanto pretendes esconder. Algo en él también le resulta quejumbroso. Entre todos, quizá fue quien le dio el peor trato a Eun Soo. Aun intento descifrar a qué se debía esa actitud tan nefasta de él hacia ella. ¿Acaso su ceguera social no le permitía reparar en lo descortés que se veía cuando le hablaba? ¿Acaso no confiaba en sus habilidades? Eun Soo fue una chica sumamente inteligente, pero cuyas alas no pudieron expandirse en su totalidad porque el tutor que tenía jamás le permitió volar tanto como debería. Y eso es algo que resuena en la conciencia de Shi Mok; algo que jamás se podrá sacar y con la que tendrá que aprender a vivir; esa culpabilidad de no haber confiado en una de las personas más cercanas a él; por no haber sentido una pizca de orgullo cuando debía hacerlo y no otorgarle el mérito que se merecía como mera integrante de su equipo base. A mi me costó aceptar la muerte de Eun Soo como algo estrictamente necesario, pero al sincerarnos podemos entender que sólo algo así de injusto, abusivo y trágico podía espabilar al fiscal Hwang hasta remover sus más primitivos deseos humanos; esos mismos que perdió siendo sólo un niño.


Aquí es donde tengo que regresar un poco más atrás para introducir a aquella persona sin la seríamos incapaces de empatizar en lo más mínimo con el protagonista principal. La teniente Han Yeo Jin se nos presenta como una mujer única en el cuerpo policial de Seúl. Adicta a su profesión en cuerpo y alma; con un corazón de oro y una bondad natural que se le resbala por la cara. Un espíritu libre y terco, con un raciocinio intacto, una inteligencia portentosa y una dulzura que se contrapone de golpe a su placa y pistola; porque ante todo, ella está ahí para hacer cumplir y respetar la ley. No le tiembla el pulso para echarse a correr por las calles de la ciudad y mucho menos para sacarse las esposas persiguiendo a presuntos asesinos. No está hecha para matices medios ni justificaciones absurdas. Así se presenta ante Hwang Shi Mok y así es como él percibe su primera apariencia. Anda por la vida regalando dibujos a sus colegas y cuando no va por ahí combatiendo el crimen, igual le da asilo a una anciana a la que le acaban de matar al hijo o una cátedra sobre Astroboy y Derechos Humanos al colega novato en turno. Y todo le sale de maravilla; porque ella es así de perfecta.

De esa manera no dudé en pensar que Yeo Jin y Shi Mok en algún punto iban a reñir, al ser totalmente incompatibles y al utilizar métodos de trabajo tan dispares (ella apela más a la empatía con los involucrados y él al frío raciocinio). Salvo por su honestidad, amor a la verdad y curiosidad innata, ambos son polos opuestos condenados a diferir. Y sin embargo, se entienden. Y sin embargo, algo, no sé qué exactamente, hace un clic instantáneo al poco tiempo de conocerse. Resultó inesperado, por supuesto, porque estaba convencidisima que a él le iba a irritar la sociabilidad de ella y ella se hartaría de su aparente insensibilidad, pero de hecho, no tardaron en formar el vínculo más honesto y puro de toda la serie. No hubo entre ellos mentiras de por medio, ni giros inesperados, ni puñaladas por la espalda, ni decepciones a largo plazo, ni señalamientos infundados; ni siquiera discrepancias. Él jamás le recriminó su comportamiento; ella jamás intentó cambiar su esencia. Al contrario, supieron equilibrar la balanza de sus ideas para lograr un bien común y eso es digno de reconocerse.

A través de Yeo Jin vemos esos matices y microexpresiones de Shi Mok que de otra manera habríamos pasado de largo. Vemos la maravillosa evolución de un personaje extraordinario sólo a través de sus ojos. La indiferencia de él en sus primeros encuentros fue algo que causó cierto desconcierto en ella, pero a la cual consiguió adaptarse rápidamente. Al poco tiempo descubriría a través de la televisión que su peculiar infancia fue lo que forjó esa coraza extraña que lo convirtió en un individuo solitario y silencioso. Mientras el resto lo veía como un ser insensibles, psicótico y con fuertes rasgos antisociales, Yeo Jin se quedó con él para luchar contra todos y desde el mismo lado. No necesitó tanta astucia para percibir una melancolía extraña que ella encontró agradable. Ni tampoco tanta perspicacia para tachar su nombre de la lista de sospechosos. Le bastó con pasar una noche con él por las calles de la ciudad para darse cuenta del grado de devoción que Shi Mok le tiene a su profesión. Jamás lo vio ella como un robot preprogramado para hacer o actuar, sino como un individuo leal a sus convicciones y sobre todo, noble y puro en medio de un mar de colegas con muy poca vergüenza y menos cortesía.

Fue ella quien lo trató como un igual; poniéndose a su nivel para debatir ideas y compartir investigaciones. En ese insensato mundo de impunidad donde ambos se desenvuelven los cubrió siempre un manto de idealismo extraño de mutuo entendimiento que es donde siempre recayó la fortaleza misma de la serie. En esa amistad tan peculiar donde ella mira donde él no puede y donde él la orienta allí donde la emotividad de ella se lo impide. También es palpable el comportamiento tan diferente de Hwang Shi Mok cuando está con Yeo Jin. No se necesita mucho esfuerzo para darse cuenta de que su actitud es totalmente distinta que con cualquier otro individuo con el que lo vemos interactuar a lo largo de todo el drama. Es hermoso ser testigo de esa transformación tan peculiar, donde ese broquel moldeado con los años que ha utilizado sin descanso para protegerse del resto, se esfuma en un instante al estar ella a su lado. No, lo suyo no es trivial romanticismo, esta no es una serie que se preste para ello, y me agrada que hayan llevado hasta el final esta relación sin caer en clichés de por medio. Ellos están por encimas de todas esas cosas. Lo suyo es más una amistad genuina entre dos individuos cabales y sinceros que una relación apuntando hacia el enamoramiento- Y ahí donde están, donde los dejaron, están muy bien.

La manera de revelar a los presuntos involucrados en el asesinato de Park Moo Sung es una gozada total. Y precisamente ese estilo narrativo fue también lo que consiguió darle una profundidad mayor a la serie. Sabemos que Moo Sung fue asesinado por su declive como proveedor de todo tipo de mercadería turbia en el bajo mundo de la corrupción política. Además de eso, sabía demasiado de figuras poderosas dentro y fuera de la fiscalía y la policía. Era un peligro latente tenerlo vivo. En este acertijo turbulento donde todos parecen culpables de asesinato en primer grado y todos parecen tener también un motivo justificable para hacerlo, se desprenden tres figuras bases asentadas desde un inicio: el presidente del Grupo Hang Lee Yoon Bum, su única hija Lee Yun Jae y el esposo de esta ⚊jefe también de Shi MokLee Chang Joon (vaya familia tan peculiar, ¿no?). Pero aunque alguno de estos tres tuviera las manos metidas en esa inmundicia era ilógico pensar que ellos mismos habían cometido tales crímenes. Los acaudalados capitalistas se ensucian las manos con todo menos con sangre, y era entendible creer que había un peón ⚊simple carne de cañón en la línea de fuego⚊ que estuviera dispuesto a joderse la vida a cambio de tres gramos de venganza personal.

Como espectadores nos presentan a presuntos autores intelectuales para después abrir paso a los posibles candidatos a cometer el primer crimen por aquellos que están muy por encima de la Ley. Junto a ellos, se escabullen como ánimas en pena, otros personajes ajenos al proscenio, y en la marcha es muy fácil descartarlos como cómplices porque no se ahonda más en sus vidas. Y es que, una de las claves en la narrativa de Secret Forest es que no hay cabida ni un minuto para el relleno argumental, si te presentan algo en la pantalla es porque tarde o temprano de algo te servirá saberlo. El único que logra evadir este molde es el secretario del director Lee y casualmente el responsable de la muerte de Eun Soo. Su culpabilidad recae por inercia al ver que fue él quien entró al departamento de Shi Mok para dejar aquel traje despedazado colgado de la pared. Aun así, la estrategia de aturdimiento que juegan con nosotros para responsabilizar al jefe de sección también merece su mérito. Llega un punto en el que uno no sabe si va por ahí estropeando la escena del crimen a propósito o es que de plano está en un shock traumático por ver cómo todo se le iba de las manos y de paso terminó asesinando a una persona inocente.

"(...)Durante el día sentenciaba a gente que robaba para comer, y por la noche iba a un bar clandestino como si nada pasara. Ahí me sentaba con personas que hacía millones de wones con decir unas palabras y los cuidaba para que pudieran escapar de la justicia. Y cuando no los cuidaba escuchaba las órdenes y las ejecutaba con total fidelidad.

(...)La corrupción ya no es sólo un malestar inocente en esta sociedad. Está matando gente. Hablamos de al menos cientos de vidas. Debí desenfundar el cuchillo desde el principio. Pero si no lo saco ahora, aunque sea con mi último aliento, caerá todo el sistema. Ni el tiempo ni el dinero podrá restaurarlo. Sangre es lo que lo compondrá. La sangre de muchos. Quisiera decir que la historia todo lo prueba, pero aún existen los sacrificios de sangre. Debemos cambiar. Debo encontrar la forma de dar vuelta a las cosas.


El último giro argumental, y el que yo considero mejor de todos, ha sido la redención de Lee Chang Joon en el capítulo final. Me ha parecido un personaje soberbio desde el principio. En series así siempre se juega con el pasado del villano para demostrarnos que en sus primeros años era un cordero bondadoso que con el paso del tiempo ⚊y conociendo el mundo en el que optó vivir⚊ se da cuenta de que para sobresalir debía dar la espalda a idealismos varios y dejar la ingenuidad a un lado.  Chang Joon no difiere de todos ellos salvo por el detalle de que, al caer él, se encargaría de llevarse consigo a toda la mugre que le rodeaba en el proceso. Lo suyo fue una especie de guerra silenciosa, donde quedó justo en medio de dos bandos contrarios. Como pariente político de un empresario ponzoñoso, caer en las garras de lo impune o lo ilegal parecía un proceso de inercia, y por otro lado, el hecho de ser fiscal debía obligarlo a hacer prevalecer la justicia sobre todo lo demás. No se le puede negar el perdón a una persona que sacrificó su vida y su carrera para señalar con una espada a aquellos que lo orillaron a la perdición (y que de paso jodieron a todo el país) ¿no? Con su inmolación desde aquel edificio caerían también las intocables figuras de empresarios y funcionarios públicos. Y sin embargo, Shi Mok no ve todo monocromático, ni blanco ni negro, a pesar de que éste hombre fue su maestro y mentor. Lo señala también como criminal, cómplice, asesino, embaucador y monstruo. No se convence a sí mismo de ello sino que se lo dice directamente a los ciudadanos frente a  las cámaras de televisión.

“Era un monstruo. Mató a una persona. Quizá debió tomarlo como un pequeño sacrificio por una causa mayor, pero yo nunca he creído que la vida de unos tenga más valor que la de otros. Se engañó a sí mismo al creer que tenía el derecho a juzgar y castigar. Fue un monstruo. Un monstruo creado por la sociedad.”

Y en el fondo Lee Chang Joon lo sabía. Sabía que al final convertirse en anti-héroe tendría sus pegas fuertes, por eso también, mucho tiempo antes, había visualizado su destino y no quería estar ahí para ver cómo todo se convertía en polvo. Su suicidio fue también su reconquista como ser humano. Su convicción al creer que hizo lo que pudo cuanto estuvo en sus manos. También consolidó la base firme que dejaría en la fiscalía después de su muerte. Fue algo astuto y cabal. Se fió de las únicas dos personas que serían incorruptas por principios y fe. Y no falló. A su modo, Shi Mok y su superior Kang Won Chul jamás se rebajaría al nivel que él tuvo, pues no había nada que los obligara a hacerlo. Ni lazos familiares con empresarios de renombre, ni ambición al dinero de por medio. Eran un par de almas nobles en las que podía confiar; y lo supo a base de tácticas y tentaciones que puso en sus caminos para hacerlos tropezar; para corroborar su temple e ideales. Fueron los únicos dos, entre todo aquel recinto de defensores de la Ley, que no sucumbieron ante sobornos y mentiras; mismos que de ser necesarios señalarian sin miedo a los cabecillas de corporaciones y cuerpos de justicia cuando saliera a flote tanta porquería.

Secret Forest se convierte por sí sola en la mejor serie coreana que he visto en la vida. La he puesto por encima de Signal sólo porque ésta ha dado un final cerrado y conclusivo. Deja vestigios de un final abierto, pero el caso principal se abrió y se cerró tal y como debía hacerlo. Es muy difícil encontrar dramas así; tan sencillos, rectos y muy cuidados a la vez, tanto estéticamente como en guión y dirección. Las actuaciones están en su punto y los personajes que interpretan, a la altura. Los giros de guión son una exquisitez que saboreas entre la emoción y la amargura, y no hay escena, episodio ni personaje que no esté planeado en la trama sin ningún motivo.  Aprovechando que Netflix Latinoamérica ha estrenado la serie en su catálogo me parecía justo darle la opinión que se merecía y espero que de esa manera mucha personas más le den una digna oportunidad de verla para evitar que se pierda entre tantas series vacías.  

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