"...Vendrá la luz y el amanecer posará en tus labios
la esperanza que sueñan los pueblos originarios..."
-Ismael Serrano-
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Pueblos escondidos que se pierden entre montañas olvidadas y que se niegan a desaparecer. Pueblos fantasmas, inexistentes para los ojos que no quieren ver.
Pueblos como estos hay muchos. En todas partes. Se ven en el horizonte pero parecen espejismos del pasado. Como un paraíso desierto abandonado, donde viven muchos que no son nadie.
Ahí habitan los perdedores de siempre antes de mañana, entre cerros llenos de vegetaciones y ríos que se secan en verano. Muchos de esos pueblos no aparecen en mapas, otros son vistos solo como atracción turísticas.
Mujeres y hombres que se ganan la vida siendo explotados por otros que corrieron con mejor suerte. Explotados inhumanamente por aquellos que tiene mestiza la piel y no son indígenas.
Hombres humildes que bajan de las montañas para encontrar mejores amaneceres en otras ciudades, quizá en otro país que les es ajeno.
Niños que crecieron demasiado rápido y que nacieron trabajando. Niños que no conocen de escuelas, ni dulces, ni tardes de veranos, ni domingos en plazuelas repletas de sueños y de juegos. Niños indígenas que nunca fueron niños. Infancias olvidadas de seres que no existen para el mundo. Los olvidados de siempre.
Entre estos pueblos, en uno de ellos, donde la vegetación cubre las fronteras y las calles son de tierra ardiente. Las casitas de adobe se levantan del suelo, humildes como el pan de la mañana, pequeñas como las flores de primavera y eterna como esas noches de fiesta en la playa.
Las puertas, de madera pintada de gris y que se confunden con el cielo del horizonte siempre están abiertas, esperando atentas a la mano amiga.
Una mujer teje sombrero de paja en la entrada de su humilde casa, sus ojos negros se pierden entre sus manos que manipulan aquella materia. Cansada, sigue tejiendo sueños y esperanzas para poder seguir existiendo. La mañana llega, pasa y se va de largo y la tarde se tapa los ojos para no ver a la mujer indígena que tiene los ojos triste como el llanto de un niño. En este dia terminara un sombrero, lo venderá a dos pesos a aquel que se siente superior a Ella y la noche llegara implacable como los aires de invierno que se cuelan por la puerta gris. Mañana será la misma rutina y venderá su dignidad a dos pesos el dia, tejiendo sombreros con sus manos encallecidas, mirando las calles empolvadas de su pueblo. Viendo a los niños creciendo, jugando en el barro y en la tierra a merced de enfermedades mortales y pueblos olvidados donde la electricidad aun no se a descubierto y los sueños se convierten en deseos inalcanzables.
Pasaran días tejiendo sombreros nuevos que cubrirán del sol a una cabeza mas afortunada que la suya y espera de nuevo a su esposo que bajo de las montañas imaginando mejores mundos, ahí en el marco de la puerta seguirá escuchando aquella sinfonía aterradora de los bebés que mueren de hambre y de neumonía, y vera jugar al futuro de estas ciudades que no existen, y la sonrisa muerta del niño y niña de la esquina que, como dice la canción, "son millonarios de lombrices".
La vida duele en estos pueblos que no existen.
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La Frase del principio pertenece a la cancion: "Nana para un niño indigena" de Ismael Serrano.
La frase "millonarios de lombrices", hace referencia a la cancion "Casas de Carton" de Ali Primera.
Imagen: La imagen no me pertenece. Su autor es Carlos un fotógrafo que actualmente realiza un documental fotográfico en pueblo indígena mexicano. Es corresponsal de México en el blog: “Frente Defensor del Pueblo”. Todos los derechos de esta imagen le pertenecer a El. No pongo su dirección de correo por respeto a su privacidad.
En la fotografia: Una mujer indígena se gana la vida tejiendo sombreros que posteriormente vende a dos pesos la pieza (poco más de un centavo de dólar). Se tarda un dia en hacer un solo sombrero.
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