3 ene 2011

"Tía, yo puedo volar"...

D. Andree (Playa "Las Lupitas" - Escuinapa, Sinaloa, México).
"Con un poco de suerte, probablemente vuelva
Tranquila la mañana y con ella la esperanza
De que retome vuelo la paz que agonizando
pide esquina y se inclina al oído de un pequeño
suplicando que le dé algunos consejos
a los viejos, para ver si ocupan la sabiduría."
("Seremos Escuchados" - Mexicanto)
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—Tía ¿por qué se me cae de las manos? —mi sobrino de casi 3 años, tomó un puño de arena y mientras lo elevaba abría sus manos y esta caía al suelo—. Mira, otra vez se me cayó.

Realizó el proceso dos o tres veces y el resultado siempre fue el mismo. Yo trataba de encontrarle incoherencia al lenguaje infantil que suelen tener los niños tan pequeños y repetía las preguntas que él me hacía para saber si yo entendía bien o no.

—¿Quieres saber por qué la arena se te cae de las manos?

—Sí.

El pequeño intentó tomar la arena nuevamente y como era de esperarse fracasó de nueva cuenta.

—Lo que pasa es que la arena es muy fina, delgadita.

—¿Fina? —preguntó mientras continuaba con su imposible tarea— ¿Cómo el agua?

—Algo así —le respondí—. Pero la arena es sólida y el agua es liquida.

Él levantó la mirada y supe, por su expresión, que estaba entrando en un terreno que se alejaba de su comprensión así que decidí dejar hasta allí el tema. Dylan continuó enterrando su camioneta de juguete durante unos minutos en total silencio hasta que un ave pasó surcando el cielo, justo arriba de nosotros.

—¡Mira, tía! ¡Un pajarito volando! —Se incorporó de pronto y miró al ave hasta que la perdió de vista . — ¡Qué bonito!

—Qué bonito vuela ¿verdad?

—Sí. Tía ¿mi camioneta vuela?

—No, las camionetas de juguete no vuelan.

—¿Y las de no juguete?

—¿Las de verdad? —le pregunté mientras él simulaba que hacía volar su carro de plástico— No, tampoco vuelan. Para eso existen los aviones, las avionetas y los helicópteros; para que vuelen por las camionetas que no pueden volar.

Él soltó una sonrisa inocente y señaló hacía la playa justo donde una familia jugaba en la arena.

—¿Y aquella niña tampoco vuela?

—No—le respondí—. Las personas no pueden volar.

Me dirigió una mirada pensativa y respondió...

—Las personas sí vuelan, yo puedo volar. Mira... —se paró, se sacudió la arena de sus piernas, extendió los brazos y empezó a correr en círculos sin dejar de reírse. A los pocos segundos se detuvo y regresó, cansado, al lugar donde se encontraba antes—. ¿Viste? Las personas sí vuelan.

—¡WOW! Es verdad. Es que yo nunca había visto a alguien volar. ¿Tú sí has visto a las personas volar, Dylan?

—No. Es que no vuelan por que no quieren, les da miedo volar.

El niño continuó jugando con la arena en silencio. La playa, tranquila, invitaba a un frío baño el primer día del 2011. Familias mexicanas, estadounidenses, canadienses y alemanas inventaban formas para refugiarse del frío de sus naciones y aunque el agua estaba fría el sol quemaba con ganas, aun así yo no deseaba quitarme de allí. Es imposible dejar de conversar con un pequeño filósofo de 3 años.

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D. Andree (Playa "Las Lupitas" Escuinapa, Sinaloa, México).
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Alguien dijo por allí que no se puede encontrar mayor sabiduría que en un niño pequeño, uno de esos seres diminutos que rondan por millones alrededor del mundo. Algo de cierto debían tener sus palabras. Quizá se deba a la falta de prejuicios que envuelve sus vidas y la inocencia de aquel que acaba de nacer también le regale cierta aurora de misterio y verdad.

"Las personas no vuelan por que les da miedo volar". Me vi reflejada en sus palabras. Enfrentarse a lo desconocido, al camino invisible que tienen que recorrer a la distancia. Abandonar el nido y la seguridad del hogar que creíamos eterno. Despegarnos de una rutina monótona y aburrida pero muy nuestra y extrañamente agradable que envuelve la vida. Tenemos miedo a volar por el miedo al fracaso, a caer en el mismo abismo en el que cayó aquel que intentó tocar el sol o aquellos otros que intentaron rozar el cielo con sus propias manos. Miedo a morir o hablar idiomas imposibles después de la misión fallida. Del atrevimiento de retar a un ser superior a nosotros mismo.

Los niños no tienen miedo, aceptan el reto de volar aunque nunca despeguen sus pequeños pies del suelo. Ellos pueden volar porque creen en el poder de la imaginación. Porque vislumbran sus pies lejos de la arena que amortigua las olas de la playa. Pueden volar porque quieren hacerlo, porque son capaces de soñar espejismos y hacerlos realidad con sólo extender las manos y correr en círculo.

Todo es posible cuando eres niño, el mar está a tus pies, las aves surcan el cielo, el futuro no importa y el mundo no te molesta.

2 comentarios:

  1. Que hermosa y excelente lección!!! Y sí, es verdad... Nos da miedo volar, nos dá miedo darnos cuenta que en realidad, somos capaces de hacer lo que nosotros queramos... POR QUE SOMOS CAPACES.. pero tenemos los pies anclados al suelo con cemento... :( que gran tristeza... Un saludo Linda, oye, por cierto, que preciosas fotos... -(Quiero una camaraaa!!! :'(

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  2. ¡Muchas gracias por tu comentario!

    La verdad es que los niños nos dan grandes lecciones, deberíamos aprender de ellos. De sus respuestas sencillas sacan cosas que realmente están llenas de verdades.

    Fíjate que la cámara que tengo (*tenemos*, por que es de toda la familia) es una Kodak de 7 px. Graba video y tiene diversas funciones (fotografías en la lluvia, texto, niños, atardecer, etc) y nos costó $2,300 pero obviamente fue hace ya 3 años, deben ser más económicas ahora y vaya que le he sacado provecho. Eso sí, vale aclarar que tomo como 200 fotos de la cual rescato 5 ó 6 y soy las que pongo en el blog ^---^ pero adoro tomar fotografías!

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