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"(...) las manos pequeñitas plegaban día y noche mientras lloraban, plegaban mientras crecían. Pajaritas rosadas, amarillas, verdes, celestes, blancas, para que nadie se muera así, antes de morirse buenamente. Para que cada uno tenga su cuota asegurada varias veces mil palomas, varias veces mil días" (Jorge Enrique Adoum).
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Sucede que a mí nunca me salen las palabras cuando ocurre un desastre natural. No escribí nada en éste paraíso durante el terremoto de Haití, ni el de Chile, ni el de China, ni siquiera el que ocurrió en Sonora el año pasado. Quizá sea porque a la naturaleza no le puedes reclamar nada. Quizá sea porque las palabras no son suficientes cuando el dolor de la perdida y el miedo es demasiado grande. Quizá también tenga algo que ver el hecho de jamás haber estado en el otro lado, del lado del damnificado. La naturaleza, en ese aspecto, ha sido muy generosa con nuestra ciudad. No conozco la perspectiva de la victima porque siempre he sido solamente un testigo ocular.
En un futuro olvidaremos lo de Japón así como hemos olvidados a otros que sufrieron antes que ellos. Hasta cierto punto el olvido es comprensible, el mundo es demasiado grande y con tantos problemas no podemos detenernos permanentemente a mirar hacía una misma dirección. Pero algo falla cuando sucede una catástrofe natural, pasa el tiempo, miramos hacia otro lado y olvidamos aprender la lección. Algo está mal cuando un error se vuelve a repetir una y otra vez.
Para Japón tampoco tengo palabras, lo siento. No hay nada que les pueda decir que no haya sido pronunciado ya. Lo mencioné más arriba, cuando el dolor es tan grande las palabras no bastan, ni siquiera aparecen, ni se asoman por la rendija de la imaginación. Huyen a lugares más seguros, allá donde la naturaleza no muestre sus fauces y las olas del mar no destruyan ciudades.
Estas grullas van dedicada a los japoneses de todo el mundo, a los que viven en Japón y a los que viven fuera, a los que perdieron todo, a los que no perdieron nada, a las víctimas y a los supervivientes, a los héroes anónimos de Fukoshima, a esos otros héroes que trabajan sin descanso para atender a los afectados de la catástrofe y también a esas dos personas por las que estas grullas fueron hechas: Nora (autora del blog Una japonesa en Japón) y Makiko una japonesa que viven en Madrid y decidió iniciar un proyecto para hacer 1000 grullas para Japón.
Guerita, es muy oportuna esta publicación en tu Blog, creo que es el momento de solidarizarnos con el Pueblo Japones, que cabe señalar que me sorprende la cultura de este maravilloso pais que hasta en los momentos mas dificiles nos dan una catedra de entereza, tranquilidad, respeto y sin escenas de aglomeraciones ante el panico de una catastrofe, cosa contraria a como somos en la mayoria de los paises del mundo, Te confieso algo si no hubiera nacido en México me hubiera gustado nacer en JAPON, ANIMO JAPON, ERES MAS GRANDE QUE ESTA TRAGEDIA.
ResponderEliminarGracias Sr. Papá!!! ^__^
ResponderEliminarEn verdad sorprende la enorme fuerza de voluntad de un pueblo que ha sabido salir adelante gracias a las experiencias trágicas del pasado. Es una nación que no se rinde, un país que sabe mirar el presente y el futuro sin olvidarse de todo lo que han avanzado. Han aprendido de cada error, cada horror, cada defecto y cada momento vivido.
Sin duda alguna son todo un ejemplo a seguir y tenemos mucho, muchisimo, que aprender de ellos :)
MI NIÑA es un placer leerte, sobre todo este tipo de articulos que van dirigidos a nuestros hermanos, solidarios somos y para ellos estamos.
ResponderEliminarEncantada de estar a tu lado compartiendo tus letras
SHANIA LYNN, gracias por tú comentario. Efectivamente hemos mostrado ser solidarios con muchas naciones antes que ellos y espero que esta vez no sea la excepción :). Hay que devolverles un poquito de lo mucho que nos dieron durante el terremoto de 1985.
ResponderEliminarUN SALUDO ^__^.