Si alguien, a punta de pistola, me dijera
que debo elegir UN solo programa de televisión elegiría The X-Files sin
dudarlo.
Mi hermana y yo conocimos la serie al poco
tiempo de mudarnos de La Reforma (Angostura) a Guasave, Sinaloa. Ella tenía 10
años y yo 7. Antes de salir a explorar la nueva ciudad, antes de conocer la
tienda más cercana, o nuestra nueva escuela, hablar con los vecinos o conseguir
algunos amigos en el nuevo vecindario, encendimos la televisión por cable y nos
topamos con un misterioso anuncio de la serie en el canal preview de
programación: «Miles de casos sin explicación permanecen ocultos en los
archivos secretos de máximo nivel del FBI. Fueron ignorados durante más de 40
años hasta que se convirtieron en la mayor obsesión de dos jóvenes agente
unidos en busca de la verdad…»
El primer episodio que vimos fue Los
Calusari y nos impresionó tanto que lo siguiente que hicimos fue tratar de
apuntar horarios y el título del programa en la mesa de madera tallada donde
estaba la televisión para no olvidarlo (1. Sí, sobre la mesa de madera… con
pluma. La indignación de nuestros padres fue monumental xD. 2. El título del
programa en México era Los Expedientes Secretos X, así que no era fácil
aprendernos tamaño nombre. 3. Olvidamos si lo trasmitían toda la semana o sólo
un día en específico).
Después de aquella primera experiencia The
X-Files se convirtió en el pan nuestro de cada día. Dudo mucho que mis padres
estuvieran consientes de qué clase de programa de televisión veían sus hijas
pequeñas los viernes por la noche pero su visionado era un ritual sagrado para
mi hermana y para mí. Justo después de regresar del supermercado y ayudarles a
guardar la despensa subíamos con nuestros Yoplait’s a la segunda planta,
encendíamos el aire acondicionado, tirábamos una colchoneta y almohadas al
piso, nos cubríamos con unas mantas, encendíamos la TV y comenzaba el
espectáculo… a las 8 de la noche en punto, en FOX. Había episodios que nos
aterrorizaban pero en lugar de darnos pesadillas y provocarnos miedo irracional
solíamos durar dos o tres horas hablando por las noches sobre lo genial que era
el caso que habíamos visto y nos preguntábamos qué tan real sería.
Después supimos que Canal 5 de Televisa
también trasmitía el show. De lunes a viernes, a las siete de la noche;
episodios repetidos de las dos primeras temporadas. En ese mismo canal y en esa
misma ciudad vivimos nuestro primer maratón. Seis horas de The X-Files con
anuncios que duraban una jodida eternidad. Recuerdo que en un momento dado
tuvimos que salir con nuestros padres (no recuerdo a dónde); duramos más de una
hora ahí afuera y cuando regresábamos aún seguían en el episodio que habíamos
dejado.
Los Expedientes X marcaron quizá el antes y
el después de mi socialidad. Tenía amigas en la escuela, pero mientras ellas
trataban de averiguar si Luz Clarita encontraría a su mamá en la telenovela
infantil, yo me preguntaba si volverían a reabrir Los Expedientes X o si
alguien podría remplazar a Garganta Profunda.
The X- Files, El Mundo de Beakman y Sailor
Moon eran nuestra trinidad. Imperdonable perdernos un solo episodio de alguna
de estas tres cosas. Pero aun en aquel momento Los Expedientes X nos resultaban
tan inalcanzables. Mientras íbamos a la cocina a hacer los experimentos que
Beakman nos enseñaba y nuestra habitación tenía una pared con una pirámide
repleta de dibujos y posters de Sailor Moon, no había nada físico de The X
Files. Eso llegaría después, cuando nos mudamos de Guasave a Escuinapa. Aun hoy
miro el inmenso álbum de recortes que tenemos de la serie y me pregunto cómo
pudimos conseguir tanto material en una ciudad donde sólo existe una pequeña
tienda que vende revistas. Algunos ejemplares incluso son de España o de
Argentina. Tuvimos suerte. Aquí también encontramos dos libros de la serie y un
puñado de novelas que aún guardamos con cariño. Hay un cartón debajo de mi cama
repleto de videos VHS con sus episodios. Muchos de ellos fueron grabados a
principios del año 2000, cuando FOX trasmitió un maratón de Los Expedientes X
durante 24 horas ininterrumpidas. Mientras la histórica huelga de la UNAM
terminaba, nosotros nos dopamos con café soluble para no perdernos ni un solo
episodio.
Es una serie a la que estimo mucho por todo
lo que implicó, por lo que significó en mi vida y por los extraordinarios años
que pasé cuando era trasmitida. El tiempo cambia y pasé de ser la niña más
creyente del mundo a la más escéptica, pero The X Files me siguen fascinado
tanto como la primera vez que apareció aquel episodio de “Los Calusari” en la
pantalla de la televisión. Aún tengo como meta principal algún día tener toda
la serie completa en DVD o Blu-ray, sentarme con un puñado de palomitas y
golosinas y disfrutar de otro maratón monumental de la serie que me enseñó a
navegar por internet, el mundo mágico de los fanfiction, los foros cibernéticos
de debate, el concepto de temporadas, aventurarse al cine sin la supervisión de
un adulto y la insuperable sensación de creer que la verdad está ahí afuera.
:’)
«Trust No One»
Hermoso post!
ResponderEliminar¡MUCHAS GRACIAS! ^__^
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