Podría decirte
que las constelaciones se alinearon el día en que naciste; que los seres
humanos nos otorgamos 24 horas de pacifica tregua para recibirte; que las
campanas de los palacios de oro retumbaron en un crepitar intermitente para
anunciar tu primer respiro. Podría contarte una mentira piadosa, decirte por
ejemplo, que ese día floreció la rosa más hermosa y las aves surcaron el cielo
con una felicidad que les empapaba las alas. Que hasta los mariachis de tu
patria se sacudieron el polvo, la pólvora y la tristeza que embriagaban sus canciones
para regalarte la nana de los acordes perfectos y un millar de banderas
hondearon por todo lo alto en señal de respeto.
Pero para qué
mentirte, pequeña, si ya estamos rodeados de suficientes mentiras. Para ti no
valen las verdades a medias; tú no mereces eso. Tú mereces un mundo lleno de
realidades, porque llegaste un día como cualquier otro. Cálido y veraniego;
gentil e imperfecto. No cantaron más pájaros hoy de los que cantaron ayer, y el
sol no brilló con más esplendor de lo que lo hizo la semana anterior. La
diferencia está, pequeña, en que hoy naciste tú. Y claro, sólo por eso, el
Universo entero nos sabe distinto aunque no lo sea. Incluso podría jurar que hoy los soles brillan más en el firmamento, y vemos esas flores de aquel viejo jardín como
nunca antes las habíamos visto… quizá con un color que hace unos días no
percibimos por la cotidianidad que teñía su existencia. Eso es lo que hace el amor incorrupto, nuevo, limpio, puro. El amor inocente. Pero
así es la vida, princesa de mil reinos, volátil y rebelde, como una estrella acabada de nacer.
Así que ¡bienvenida al
mundo, bebita! Disculpa el desorden que hemos montado antes de tu llegada.
Quisiera decirte que no fue intencional pero estaría mintiendo. Aun así, olvida
las lluvias de fuego y las ínfimas riñas que nos separan y enfócate en tenderle
una mano a aquel que te pide una fuerza de apoyo. No seas indiferente al dolor y planta un árbol en la tierra y un beso en la mejilla de aquel que fue despreciado por otros. Si alguna
vez te sientes desorientada dale la mano a papá y a mamá, ellos sabrán cómo
orientarte para que no pierdas el norte. Confía en ambos, ellos saben lo que
hacen, tú eres la prueba de ello. Y nunca olvides que ahí, a tu lado, con la
armadura invisible, la energía a tope, y la etiqueta de superhéroe enmarcada en
el rostro estará tu hermanito, vencedor de una decena de batallas ficticias que
estará al pie del cañón para que no te lastime ni el viento.
Sí, princesa, el
día me supo distinto cuando naciste, quizá menos caliente, quizá menos problemático,
quizá no tan cansado, tan distinto, tan guerrero, tan indiferente como siempre.
A tantos kilómetros de distancia, no se interrumpió la rutina que nos mueve cuando
brotó tu primer llanto, pero el aire se sintió más transparente y la gente me
pareció más sencilla. Y sólo por eso (sólo por ti) valió la pena cada segundo. Te deseo un millón
de días imperfectos como este, pequeña. Tómalos como quieras, úsalos como te
plazca, píntalos del color que te apetezca. Imprime tus ideas y grábalas en
piedra. Construye castillos de arena eternos e inmortales, plasma caritas
sonrientes en las dunas de tierra seca y en las montañas nevadas a las que
vayas. Escribe tu nombre en la memoria de los que te conozcan. Sonríe a quien te ofrezca un buenos días. Desata mil revoluciones. Corre por los campos, tírate en el pasto de las praderas. Canta
canciones a todo pulmón, baila alocadamente en la sala de tu casa. Mira las
estrellas y los atardeceres. Los días de lluvia y las noches de tormenta. Grábate
en el paladar el sabor de la comida de tus abuelitas (algún día extrañarás eso,
créeme); y en tu mente sus voces, sus aromas, y sus anhelos. Y siempre (pero
siempre) recuerda que tú no has venido a resolver nada, sólo has venido aquí
para cantar, jugar, bailar, vivir y sobre todo, a soñar y a convertir esos
sueños en realidad, porque has nacido en el mejor momento para hacerlo.
Atte.
Tu prima, una de
las mayores, la de 26 años.
La que vive en Escuinapa.
La que te quiere sin
siquiera conocerte. :)
L.K.M.L.
Que bonito escrito, cuando pueda leerlo se sentirá orgullosa de saber que fue la inspiracion de su prima....Saludos Raquel
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por su comentario! De verdad espero con ansias que Miranda tenga edad suficiente para leer este pequeñito regalo que le hice. :)
Eliminar¡Saludos de regreso!